lunes, 5 de marzo de 2018

Rachel, el milagro de nacer y vivir en Cuba



Por: Yoaxis Marcheco Suárez

El 3 de marzo de 2008 nació mi hija menor, Rachel. He tenido que enfrentar tres batallas importantes por ella. La primera contra su padre, sí, él mismo lo ha confesado varias veces, no quería tener hijos en Cuba, pero por mi insistencia logré a nuestra primera hija Rocío, no sería él precisamente quien me dejaría con mi instinto maternal colgando del techo. Pasaron siete años y yo sentía que una sola hija era insuficiente, la misma niña pedía sin cesar una hermana, mi esposo no se mostró nada entusiasmado, se resistió nuevamente bajo el argumento de que en Cuba era un crimen traer hijos al mundo, pero yo que no lo veía como un crimen, a pesar de las condiciones de aquel país sin libertad y sin recursos, sino como la más grande bendición que Dios pudiera darnos, lo volví a convencer y logré el embarazo y parto de Rachel, de ahí sale mi segunda batalla por la vida de mi hija. Tras un embarazo satisfactorio, el parto fue un desastre, aun cuando asistía a todas mis consultas con disciplina de atleta y el cálculo para la fecha de parto era bien certero, los médicos me dejaron pasar del tiempo indicado y el líquido amniótico comenzó a salir sin que ellos me pusieran a parir. La noche del Nacimiento de mi hija mi panza se redujo escándalosamente, mi madre habló con dureza con los médicos de guardia, lo que los obligó a hacerme una gráfica ultrasónica que no tenían planificada para saber como iba todo con la bebé. Tras la gráfica, el ginecólogo de turno se sentó a la orilla de la camilla donde yo estaba acostada, me puso una mano en la Cabeza y me dijo: tienes que cooperar, la vida de tu hija está en riesgos, apenas oímos los latidos de su corazón porque has perdido una cantidad considerable de líquido amniótico, por lo que tendremos que hacerte una cesárea de urgencia. No hubo tiempo para pensar cómo lo haría, dejé de ser yo para transformarme en la vía hacia la vida de mi hija, era ella lo primero y único en ese momento crucial. Cerré los ojos y en una rápida oración le dije a Dios: el éxito está en tus manos, que se haga tu voluntad. Así me prepararon para entrar al salón, no tengo mucha memoria de lo que pasó después, solo recuerdo que mientras me llevaban por el pasillo hacia un elevador, ya con sueros, entubada y con sondas, vi las caras de mi madre y la de mi esposo, eran un par de poemas dramáticos, con eso lo digo todo. Mi hija Rachel logró nacer. No pude escuchar su primer llanto porque estaba bajo los efectos de la anestesia general, pero una enfermera cuando yo desperté me dijo en tono de broma: lloraba como una chiva.
Rocío, mi hija mayor, tenía solo siete años cuando nació Rachel, fue ella quien se encargó de buscar el nombre para la recién nacida y cuando la llevaron al hospital para que la conociera dijo con enorme entusiamo: es la niña chiquitica más linda que he visto. En lo sucesivo todo iba bien, nuestra Rachel crecía saludable y muy espabilada, hasta que al cumplir los tres años de edad se enfermó con unas diarreas bacterianas. La llevamos con mucha premura al hospital desde que nos percatamos que habían finos hilos de sangre en las heces fecales. Del hospital municipal de Camajuaní, municipio donde residíamos, la remitieron con urgencia al Hospital Infantil de Santa Clara (en la provincia de Villa Clara en el centro de la isla), una diarrea de este tipo puede apagar la vida de un niño en cuestiones de horas. Llegamos al Hospital Provincial que en ese momento estaba en reparación, habían grandes cantidades de escombros y polvo por todos lados. Estuvimos alrededor de unas tres horas esperando se nos diese el ingreso, mientras la niña seguía mal y había comenzado a tener fiebre muy alta. Cuando finalmente nos otorgaron una cama en la sala de enfermedades gástricas, fuimos con la esperanza de que lo primero que harían sería bajarle la fiebre e indicarle análisis para luego darle el antibiótico adecuado. Nada de eso pasó, por mucho que hicimos gestiones, que hablamos, que imploramos, que gritamos incluso, mi hija fue totalmente ignorada ese día. La sala de ‘gástricos’ era un desastre, muchos niños ingresados con el mismo mal, incluso llevaron por equivocación a una pequeña enferma con la meningo, enfermedad altamente contagiosa. Los baños estaban abarrotados de suciedad, los inodoros llenos de orina y heces, apestaban y contaminaban el ambiente de pasillos y dormitorios, no pudimos dormir esa noche velando la fiebre de Rachel, cuando íbamos a ver a la enfermera, esta nos decía: yo estoy al volverme loca… no ven que son muchos? Al amanecer pudimos ver a la pediatra, le indicó unos análisis para saber qué sucedía, la niña había bajado de peso con una rapidez alarmante y se notaba en extremo débil, los resultados de aquellos análisis no estarían ese mismo día sino al siguiente, llegamos al punto de la desesperación. Mi esposo tomó entonces una decisión, me dijo: voy a sacar a mi hija de aquí y la voy a llevar bajo mi responsabilidad al hospital de Remedios (otro municipio ubicado a unos cuarenta y tantos kilómetros de Santa Clara) y fíjate eso es quieras tú o no, algo me dice que es la única manera de salvarla. Me quedé callada, recogí todas las cosas, tomé a mi pequeña y seguí los pasos de mi esposo, la doctora de la sala nos increpó: A dónde van ustedes con esa niña? Si le pasa algo es su responsabilidad. Ya lo sabíamos, hubiéramos sido muy irresponsables si nos quedábamos en aquella letrina de hospital. 
En el Hospital Docente de Remedios habían nacido nuestras dos hijas y los pediatras (muy buenos por cierto) nos conocían, aunque obviamente los recursos en Remedios eran mucho más limitados que en Santa Clara (donde ya eran bastante limitados), la doctora que nos recibió se mosgtró visiblemente alarmada por las condiciones en las que se encontraba la niña. La rapidez con la que actuaron fue esencial, lo primero fue bajar la fiebre que persistía, luego sin hacer análisis le indicaron Claforan, un antibiótico de tercera generación que aplicaron de forma intravenosa, mi niña lo estuvo recibiendo durante diez días. Los análisis se hicieron luego, pero iniciar el tratamiento con antibióticos fue determinante para la posterior recuperación, la sabiduría de profesionales de experiencia indicó que debía ser así porque la época del año y las características de las heces dejaban claro que era la misma diarrea bacteriana que estaba golpeando a muchos otros niños.
Ese mismo día, unos supuestos periodistas de la television de Santa Clara fueron al Hospital de Remedios para entrevistarnos, Mi esposo fue quien habló, yo no tenía fuerzas, ni capacidad, solo para estar atenta a mi hijita. En la entrevista, que nunca fue televisada, él les dijo con claridad sobre la mala calidad de la atención médica en un hospital de tanta importancia como el Pediátrico Provincial de Villa Clara, sobre la desidia, las malas condiciones de una sala de tanto riesgo como  la de enfermedades gástricas y que la decision de llevarnos a nuestra hija por nuestra cuenta le había salvado la vida. Notamos también que el equipo de pediatría que nos atendía recibió varias visitas de entidades superiores, los habíamos puesto a correr a todos y aun no teníamos acceso a las redes sociales. 

Rachel días antes de enfermarse.
En Remedios fuimos atendidos con excelencia, y eso es justo resaltarlo, al final en ese país donde la medicina es un asco, también hay profesionales de la salud que son humanos y aman lo que hacen, aun cuando lo hacen sin recursos y por sueldos miserables.
Nuestra Rachel es un milagro de Dios, y es que nadie estaba y está más interesado en esta niña llena de cualidades que Dios mismo, El es su Padre y Creador. Estamos tan agradecidos de tenerla, de poder guiarla por los caminos del bien y el amor. Siempre le cuento sobre mis batallas por la vida de ella y le recuerdo cuánto la aman su papá, su hermana y sus abuelos, con tanto cariño ya es privilegiada, aun más porque Dios le regaló la oportunidad en el año 2016, que la mayoría de los niños cubanos no tienen, la de vivir en libertad en un país democrático como los Estados Unidos y tener incontables oportunidades para estudiar y desarrollarse en la vida. Siempre en mis oraciones pienso en los niños en Cuba, ojalá Dios pronto les permita vivir en un país decente y con libertad.

7 comentarios:

  1. Es increible como la historia -con matices diferentes- puede repetirse tambien en el primer pais del mundo... lo digo por mi experiencia. Nunca se confien! Aqui, con toda la tecnologia y en mejor hospital materno de Orlando, casi me dejan morir, y ahi fue igual que la historia de Rachel. Tuve suerte, otras mamas salieron son brazos y piernas (imagino que seria por Mersa). En resumen, amiga, dale Gracias al Todopoderoso, que alumbro el angel de tu esposo, para abogar por la vida de su hija, y al tuyo, por no luchar contra la mejor decision de su vida, en ese momento. La Rachelucha tiene un proposito alto y divino, pero ya esta cumpliendo con la primera y no menos importante, parte de el: ser buena hija y hermana, y exitosa en la escuela. Amen!

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  2. jajajajajajaja.... me tengo que reír primero por ese seudónimo. Eres lo más grande con lo más chiquito. Lo importante es que Dios nunca está ausente. Abrazo querida.

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    1. I love you my friend. A ver cuando conozco en persona a la protagonista de la historia!

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    2. Me sigo riendo, no puedo ni mirar el seudónimo... jajajajajaja.

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  3. Siempre he sabido que ustedes son una familia extraordinaria. A pesar de ser católica no tengo esa gran fe que tú tienes y te admiro por eso. Quizás sea porque no he tenido una gran prueba o quizás Dios me tiene castigada y por eso estoy padeciendo tanto con estos dolores de huesos y musculares. En fin, este no es el tema. Te he dicho también y ahora lo repito que tu Rachel es una niña (No le digo adolescente para no complicarte la vida, uff) fuera de serie. Eso que has contado la ha convertido en una niña fabulosa, de ahí sus salidas tan sorprendentes. Y es tan linda. Espero algún día yo también conocerla en persona. Dile que soy su fan no. 1.

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    1. Ah y ya me robaste el corazón entero, sabes que para una madre no hay nada más importante que los hijos y si alguien nos los quiere y trata con cariño ya nos ganó completamente. Gracias Mayrita. Mañana le leo este comentario tuyo tan lindo. Que Dios te bendiga siempre.

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  4. Siempre he sabido que ustedes son una familia extraordinaria. A pesar de ser católica no tengo esa gran fe que tú tienes y te admiro por eso. Quizás sea porque no he tenido una gran prueba o quizás Dios me tiene castigada y por eso estoy padeciendo tanto con estos dolores de huesos y musculares. En fin, este no es el tema. Te he dicho también y ahora lo repito que tu Rachel es una niña (No le digo adolescente para no complicarte la vida, uff) fuera de serie. Eso que has contado la ha convertido en una niña fabulosa, de ahí sus salidas tan sorprendentes. Y es tan linda. Espero algún día yo también conocerla en persona. Dile que soy su fan no. 1.

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